REPORTAJE: vida&artes
  Viva la infraestructura (haga falta o no)
 
      La obra pública genera empleo y contenta a los territorios, pero
      no siempre está justificada - Los expertos llaman a primar lo eficaz
 
*PATRICIA M. LICERAS* //16/12/2009
 Todas las líneas del AVE tendrán en un futuro parada en el aeropuerto 
madrileño de Barajas, comunicado con la capital por metro, autobús y, 
desde el año que viene, también por trenes de cercanías. "No es 
necesario. ¿Qué se va a ganar? ¿Cuántos usuarios que cojan el AVE van a 
viajar luego en avión como para justificar la inversión en un tramo de 
tren de alta velocidad sin continuidad?", se pregunta Edelmiro Rúa.
 
Todas las líneas del AVE tendrán en un futuro parada en el aeropuerto 
madrileño de Barajas, comunicado con la capital por metro, autobús y, 
desde el año que viene, también por trenes de cercanías. "No es 
necesario. ¿Qué se va a ganar? ¿Cuántos usuarios que cojan el AVE van a 
viajar luego en avión como para justificar la inversión en un tramo de 
tren de alta velocidad sin continuidad?", se pregunta Edelmiro Rúa, 
presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.
 
La construcción de infraestructuras de transporte -carreteras, AVE, 
aeropuertos, puertos-, junto con la de viviendas, ha sido uno de los 
principales motores de la economía española en las últimas décadas. 
Desde finales de los años noventa, estas infraestructuras de transporte 
han experimentado un gran crecimiento. En 2012 se prevé que España sea 
el primer país del mundo en líneas de alta velocidad en servicio y el 
primero de la Unión Europea en kilómetros de autovías. Con la crisis, el 
Estado sigue realizando y programando grandes y pequeñas obras en un 
intento de amortiguar la destrucción de puestos de trabajo. Pero, más 
allá del empleo y beneficio que genera su propia construcción, ¿son 
todas necesarias?, ¿hacen falta?
 
"Una infraestructura sólo está justificada si cumple el objetivo de 
eficiencia", afirma Antonio Serrano, catedrático de Urbanística y 
Ordenación del Territorio de la Universidad Politécnica de Valencia.
 
En 1998, la única estación del AVE a su paso por Guadalajara fue 
construida, en lugar de en esta ciudad, como cabría pensar, en la 
pequeña localidad de Yebes, a 13 kilómetros. Su construcción costó 10 
millones de euros y únicamente la usan 15 personas al día.
 
"Las infraestructuras no son un fin, sino un medio: hay que acometerlas 
si tienen una utilidad real, cuando hay una relación coste-beneficio", 
señala Gregorio Izquierdo, director del Servicio de Estudios del 
Instituto de Estudios Económicos (IEE).
 
En Madrid, las autopistas radiales de peaje (R-2, R-3, R-4 y R-5) se 
construyeron para descongestionar el tráfico de las sobrecargadas 
autovías por las que discurren paralelas (A-2, A-3, A-4 y A-5). Sin 
embargo, no han logrado su objetivo hasta la fecha. Un día normal, unos 
10.000 vehículos circulan por la R-2 en el tramo que enlaza la M-40 con 
la M-50, frente a los cerca de 112.000 que transitan por la A-2, según 
datos del Ministerio de Fomento. "El usuario no tiene en cuenta el 
ahorro de tiempo y gasolina que suponen, se queda sólo con la idea de 
que tiene que pagar 10 euros por sesenta kilómetros", asegura Edelmiro Rúa.
 
"Estas autopistas se hicieron para calificar suelo, que ha sido el 
negocio especulativo de este país durante años y años", manifiesta 
Antonio Serrano, ex secretario general de Territorio y Biodiversidad del 
Ministerio de Medio Ambiente.
 
"Las radiales no son inútiles, lo que pasa es que su valoración se está 
haciendo en el corto plazo. La R-4, por ejemplo, es a 65 años. Por esa 
regla de tres, también se puede decir que Barajas, tras su ampliación, 
únicamente opera al 60%", alega Enrique Fuentes, director de Desarrollo 
de Negocio de la constructora Ferrovial.
 
La AP-7 entre Cartagena y Vera, inaugurada en marzo de 2007, tiene 114 
kilómetros, de los cuales 97,7 son de peaje. El que apenas 2.000 
vehículos circulen por ella diariamente -las previsiones los cifraban en 
7.000- le ha valido el apelativo de /autopista fantasma/ o /de la 
especulación./
 
El Gobierno acordó el mes pasado dar un crédito de 200 millones de euros 
en 2010 a las concesionarias de las últimas autopistas de peaje para 
ayudarles a pagar el alto coste de las expropiaciones.
 
La proliferación en los últimos años de infraestructuras de dudosa 
utilidad tiene muchas, variadas y complejas causas.
 
Tras la Guerra Civil y hasta finales de los años cincuenta, España 
sufrió un gravísimo déficit de infraestructuras. "Lo que estaba claro 
entonces era que esos proyectos eran muy necesarios, pero luego se pasó 
al extremo: toda infraestructura es buena. Y es un tremendo error. Las 
hay que no son aconsejables y sería mucho mejor destinar esos recursos a 
otro tipo de actividades", resalta Serrano.
 
A juicio de Carme Miralles-Guasch, profesora de Geografía Urbana de la 
Universidad Autónoma de Barcelona, existe el mito de que aeropuertos, 
autovías o trenes de alta velocidad generan por ellos mismos desarrollo 
económico y social, "pero no es así si no van acompañados de otras 
estrategias económicas, sociales...". "Una universidad no se construye 
sólo con el edificio". Y cita el caso del aeropuerto de Ciudad Real, 
inaugurado hace un año, participado por la intervenida Caja Castilla-La 
Mancha (CCM), en el que opera una sola compañía, Air Berlín, y que es 
deficitario. "Este aeropuerto no tiene razón de ser porque está muy 
próximo al de Barajas. No pasa nada porque se cree primero una oferta, 
pero tiene que haber una demanda latente, que no esté cubierta por otras 
infraestructuras", indica.
 
Miralles-Guasch sostiene que, en algunos casos, las infraestructuras 
pueden ser incluso contraproducentes. Un tren o una autopista, por 
ejemplo, conectan poblaciones diferentes; si éstas son muy desiguales en 
tamaño y capacidad, la que saldrá beneficiada es la que ya era la más 
favorecida, argumenta. El tejido económico y empresarial se trasladará 
al polo más grande, donde las oportunidades son mayores.
 
Esta profesora de Geografía Urbana recuerda que en el siglo XIX se pensó 
que la llegada del ferrocarril supondría un impulso de las zonas rurales 
y, según relata, lo que fomentó fue precisamente lo contrario: provocó 
un éxodo a los grandes núcleos urbanos. "En Soria quieren el AVE, pero 
se olvidan de que la despoblación de la provincia vino, precisamente, 
con el ferrocarril del XIX", destaca. Y añade que "el objetivo es 
legítimo, están en su derecho de reclamar un tren de alta velocidad, 
pero esa infraestructura funcionará si va de la mano de otras 
actuaciones, no por sí sola".
 
El economista Gregorio Izquierdo reconoce el efecto directo de la 
inversión en obras públicas en la creación de puestos de trabajo. No 
obstante, subraya que estos proyectos "no pueden justificarse únicamente 
por los empleos que generan, porque llevan consigo un aumento del 
déficit público para financiarlos, lo que luego se traduce en una subida 
de impuestos que acaba destruyendo puestos de trabajo". Izquierdo 
apuesta por dejar "campo de juego" al sector privado para que realice 
estas obras "sin que se sobrecarguen las arcas públicas", sobre todo en 
tiempos de crisis.
 
La secretaria general de Infraestructuras del Ministerio de Fomento, 
Inmaculada Rodríguez Piñero, defiende la conveniencia de las 
infraestructuras por tres razones principales: mejoran la competitividad 
económica y permiten un desarrollo sostenible y un equilibrio 
territorial. Y pone dos ejemplos. Uno de ellos es el AVE a Castilla-La 
Mancha, que, según apunta, ha hecho que, ante los altos precios de la 
vivienda en Madrid, mucha gente se haya podido ir a vivir a Toledo, 
yendo y viniendo a trabajar a la capital.
 
También destaca el caso del AVE a Valencia. "Esta ciudad se colocará a 
una hora y treinta y cinco minutos de Madrid. ¿Se está pensando ya en la 
capacidad de negocio? Aquellos que sepan anticiparse a ella, van a 
crecer", prevé.
 
Para Rodríguez Piñero, el que España en 2012 sea el líder mundial en 
alta velocidad "da prestigio a este país como potencia económica". "Hay 
dos compañías españolas fabricantes de trenes a las que van a buscar en 
todo el mundo porque somos referencia", asegura.
 
Edelmiro Rúa cree que, en muchas ocasiones, los políticos crean 
"necesidades ficticias" para "apuntarse tantos". Incluso a veces, 
lamenta, dejan en el tintero las obras más acuciantes porque hay que dar 
salida a las "más vistosas".
 
"En Galicia hay dos grandes puertos en Ferrol y A Coruña, en los que 
entran grandes cantidades de materias primas que hay que transportar; 
pues bien, a día de hoy, esos puertos no tienen accesos de ferrocarril 
rápidos y de carretera", critica. "Antes de finales de año se licitará 
el acceso viario al puerto de A Coruña", replica la secretaria de 
Infraestructuras.
 
A la fiebre de algunos políticos por inaugurar grandes obras, Rúa añade 
el "y yo también" ciudadano. Este ingeniero considera que "el gran 
avance del AVE a Sevilla fue que evitaba Despeñaperros; el de 
Valladolid, que en media hora estabas en Segovia", pero que, salvo casos 
muy concretos, se pueden obtener velocidades suficientes, adecuadas, con 
una modernización y mejor conservación de las líneas sin tener que 
recurrir a la alta velocidad, la tecnología más cara. "Sin embargo, el 
señor de Burgos se monta y ve que, en vez de poner que el tren va a 300 
por hora, pone a 209 o a 188, y se queja, y pregunta: '¿Por qué vamos 
tan despacio?". Lo mismo pasa con las carreteras, en opinión de Rúa. "La 
gente quiere tener la autopista al salir de casa", afirma.
 
Otra de las causas de la existencia de infraestructuras de dudosa 
utilidad habría que buscarla en que, dada la distribución territorial y 
política de España, el criterio de equidad ha primado sobre el de 
eficiencia en el reparto de muchas de las inversiones en obras públicas 
entre las distintas regiones en los últimos tiempos.
 
"*Obviamente, el desarrollo pasa por una cierta dotación de 
infraestructuras, pero existen evidencias científicas que demuestran que 
esas inversiones no redundan en un beneficio para la sociedad a partir 
de un determinado nivel de desarrollo, y encima tienen un alto coste 
medioambiental", manifiesta Sandra Pizzinato, responsable de la campaña 
de Transporte de Greenpeace, para quien urge un "cambio radical" en la 
política de transporte hacia "un modelo más sostenible".*
 
*Las emisiones de C02 generadas por el transporte en España se 
incrementaron un 89% entre 1990 y 2006, y representan una cuarta parte 
del total de emisiones, según la organización ecologista. "No hay que 
construir tanto, sino mejorar lo ya construido. Hace falta un mejor 
ferrocarril, pero no trenes elitistas que sólo tienen parada en las 
grandes poblaciones, y una mayor inversión en transporte público, no más 
autovías", resalta Pizzinato.*
 
Quizás España esté próxima a alcanzar el nivel de saturación en lo que a 
la red de carreteras se refiere, no así en el transporte por 
ferrocarril, sobre todo en el de mercancías, una asignatura pendiente, 
ya que se hace principalmente por carretera, con un gran coste 
medioambiental, de acuerdo con los expertos. El ferrocarril es 
precisamente la gran apuesta del Plan Estratégico de Infraestructuras y 
Transporte (PEIT) 2005-2020 del Ministerio de Fomento.
 
En un mundo globalizado amenazado por el cambio climático, donde la 
dependencia de un recurso que se agota, el petróleo, impone la 
explotación de otras fuentes de energía, el responsable de Desarrollo de 
Negocio de Ferrovial abre un nuevo frente: "Hay que empezar a pensar en 
otro tipo de infraestructuras, en las que tienen que ver con el medio 
ambiente". Las relacionadas con el reciclaje, la incineración de 
basuras, el tratamiento de aguas residuales... "En la mayoría de las 
comunidades, el porcentaje de basura sin tratar está en torno al 50%. En 
este sector, España sí que tiene un déficit brutal", subraya Enrique 
Fuentes.
 
Infraestructuras del presente, infraestructuras del futuro... en lo que 
coinciden los consultados es en que es necesaria una mayor racionalidad 
a la hora de decidir los proyectos. "Priorizar", "ser más selectivos y 
rigurosos", "evaluar la conveniencia de una obra desde un punto de vista 
económico, social, ambiental y técnico", "no duplicar recursos". "Es 
hora de que se imponga el sentido común", dice la profesora 
Miralles-Guasch. "No hay que buscar culpables. Los poderosos no son más 
que un reflejo de lo que somos todos. Pero no podemos seguir viviendo, 
como lo estamos haciendo, en este espejismo de país de nuevo rico".
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