¿De qué nos acordaremos dentro de 10 años? ¿De lo que sufrimos, del que se encerró en la galería del patio de luces, de la que se fue a hacer una ensalada, del que cambió de canal porque no podía soportarlo? ¿O nos acordaremos de los goles? ¿O de la celebración? Yo, de la Champiñons de Wembley, me acuerdo de dos o tres cosas. De un tiro flojito flojito de Stoichkov que fue caminando hasta el poste. De Attilio Lombardo. Del gol de Koeman. De la maravillosa camiseta naranja. Ahora que escribo esto han pasado más o menos 24 horas. Tengo en la cabeza esta foto de Belletti con las manos mojadas tapándose la cara, la mejor sin duda de la final. Me han dicho que cuando se despejó el terreno de juego, después del champán y eso, Belletti se fue él solo, en silencio, al círculo central y se quedó un rato. Recuerdo a Rijkaard abrazando uno a uno a los jugadores. A Eto'o marcando un golazo (cómo le cambia de palo al portero). A Valdés reivindicándose (qué tendrá que hacer para ir a la selección...). Al hijo macarra de Giuly. A Andrés Iniesta. A Larsson. Gracias Henrik. No te vayas. Recuerdo los mensajes en el móvil. Y muchas otras cosas, muchas, que algunas se perderán y otras no. Y probablemente los goles, los títulos, sean lo de menos. Quizá el fútbol sea sólo una especie de banda sonora como las canciones de Extremoduro que nos recuerdan cuando teníamos 20 años y que no sabemos si nos gustan por la música o por lo que nos traen a la mente. Me pongo muy filosófico y muy blando, sí, pero el fútbol es importante. Lo digo en serio. Y entiendo a los que se meten conmigo por meterme, a mi vez, con Alonso o la Fórmula 1. Pero si hay algo que detesto es la superficialidad de quien sólo sale al sol que más calienta. Ser del Barça no es sólo querer que gane. Es un estado de ánimo. La felicidad sólo se puede entender si se entiende o se conoce la tristeza. Y el Barça es un equipo, o somos una masa de personas, con una lacerante tendencia hacia la depresión, la melancolía y el fatalismo. Por eso quien no lo conozca desde dentro no puede entender lo que significa que el Barça sea el mejor equipo del mundo, el que mejor juega y que, además de todo eso, gane. No digo que sea un sentimiento mejor o peor que otros. Sólo distinto. |
Visca el Barça,
Javier
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